
La Virgen del Pilar, la que más altares tiene
Cada 12 de octubre, Zaragoza se convierte en el epicentro de la devoción mariana con la Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar. El dicho popular la que más altares tiene, inmortalizado en incontables jotas aragonesas, vuelve a resonar en la memoria colectiva como la mejor definición de una devoción que trasciende fronteras.
El origen del dicho la que más altares tiene
La expresión surge de la tradición popular y se encuentra en la jota aragonesa, donde se canta que no hay pecho aragonés que no lleve a la Virgen en su interior. La frase tiene un doble sentido. Por un lado, se refiere a los altares materiales: iglesias, ermitas y templos dedicados a la Virgen del Pilar en España y en Hispanoamérica, fruto de su condición de Patrona de la Hispanidad. Por otro, alude a los altares espirituales: el corazón de cada devoto que la venera, en Aragón y más allá.
La Virgen del Pilar es patrona de Aragón y de todos los países hispanohablantes, y también de instituciones como la Guardia Civil, Correos y la Armada. Esto asegura la presencia de capillas y espacios de veneración en lugares muy diversos, desde cuarteles hasta barcos, confirmando el alcance real del dicho.
«Es la Virgen del Pilar, la que más altares tiene, que no hay pecho aragonés que en su fondo no la lleve.»
La Ofrenda de Flores, el altar colectivo más grande
La celebración de la Ofrenda de Flores, acto central de las Fiestas del Pilar, es la prueba más visible de por qué se la conoce como la que más altares tiene. En la Plaza del Pilar se levanta cada año una gran estructura floral donde se colocan los ramos que cientos de miles de personas entregan durante horas de desfile. La figura de la Virgen, de poco más de un metro y medio, se cubre con un manto que se convierte en el altar efímero más multitudinario del mundo.
Participan grupos de toda España y de países de los cinco continentes, con trajes regionales y danzas propias. Cada flor depositada es una expresión de fe individual que, al unirse, forma un altar comunitario. En ediciones recientes, la ofrenda ha reunido a más de 350.000 participantes, consolidándose como un símbolo de devoción compartida.
Más allá de las cifras, cada ramo representa ese altar íntimo del que habla la jota, uniendo la tradición material y espiritual en un acto colectivo. El resultado es un altar de corazones y claveles que reafirma, año tras año, que la Virgen del Pilar es, en sentido pleno, la que más altares tiene.