El Gobierno de Aragón se ha sumado hoy al homenaje a Miguel Ángel Blanco, asesinado vilmente por la banda terrorista ETA hace 25 años y, por ende, a todas las víctimas del terrorismo.
Los miembros del Gobierno, representantes de las asociaciones de víctimas del terrorismo y trabajadores de la Administración han participado en una ceremonia en los jardines del Edificio Pignatelli, sede del Ejecutivo aragonés.
Este es el manifiesto leído hoy antes de la ofrenda que ha conformado una mano blanca como símbolo vivo, a través de las flores blancas, de memoria y respeto a las víctimas del terrorismo.
Manifiesto en el 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco
Desde el Gobierno de Aragón nos sumamos al homenaje a Miguel Ángel Blanco, asesinado vilmente por la banda terrorista ETA hace hoy 25 años. Y queremos proclamar de forma inequívoca que su muerte no fue en vano; al contrario, ese acto despiadado generó un movimiento sin precedentes en la sociedad española que supuso a la postre el principio del fin para la banda terrorista.
Fue un logro colectivo del que debemos sentir orgullo. Sin embargo, hemos de recordar al mismo tiempo que la democracia española aún tiene pendiente saldar cabalmente su deuda no solo con Miguel Ángel y con todas las víctimas, sino también consigo misma.
Porque tenemos la obligación moral de mantener viva la memoria de lo que supuso el terrorismo, la miserable faz de todos aquellos asesinos sanguinarios que quisieron acabar con la democracia y las libertades que tanto esfuerzo y sufrimiento había costado conseguir. Porque no podemos permitir que aquellos momentos dolorosos para toda la sociedad española caigan en el olvido.
Porque, como sociedad, no podemos permitirnos que nuestros jóvenes ignoren lo que pasó.Aragón sufrió en varias ocasiones el zarpazo asesino de la banda, destacando entre todas ellas el atentado a la casa cuartel en diciembre de 1987, con once muertos -seis de ellos niños- y decenas de heridos, un atentado brutal que conmocionó a toda la sociedad española.
La Comunidad Autónoma de Aragón viene aplicando una Ley de Medidas a favor de las Víctimas del Terrorismo que cumple ya 14 años y que ha tratado de ayudar a las personas que han sufrido en sus carnes el dolor de un atentado.
Pero, para estar a la altura moral que exige la memoria, la justicia y la solidaridad con las víctimas y con sus familias -representadas con mucha dignidad por las asociaciones de víctimas-, hemos de seguir esforzándonos, manteniendo intacto el compromiso de colaborar con ellas y ayudarles en todo lo que requieran.
No puede haber el más mínimo atisbo de duda: debemos impedir cualquier otro relato de lo que los terroristas fueron y de lo que hicieron, que no fue otra cosa que asesinar y atentar contra la democracia; intentar destruir nuestra convivencia y romper cientos de familias con bombas y balas.
Los demócratas ganamos la batalla policial y social; ahora es inexcusable que ganemos también la batalla política e histórica. Se lo debemos a las víctimas.
Debemos seguir defendiendo la libertad, la vida y la dignidad. Y para conseguirlo, hay que hacer llegar esta verdad desnuda y sin paliativos hasta quienes en el futuro serán la memoria viva de nuestro país: debemos llevar a las aulas y difundir entre los jóvenes lo que sucedió. Para que, de mayores, esos mismos jóvenes transmitan a sus hijos que la democracia triunfó y perdió la barbarie; que, a la postre, se impuso la vida frente a la muerte.