La plaza de la Princesa del parque Grande José Antonio Labordeta, donde está ubicada la histórica Fuente de Neptuno va a comenzar su renovación. Manteniendo su estética, el objetivo fundamental de estos trabajos será renovar su arbolado y los sistemas de riego, así como reparar y adecuar los caminos de piedra de Calatorao existentes en su entorno.
En esta plaza estaban ubicadas, hasta el pasado año, unas palmeras que hubo que retirar como consecuencia de la plaga del picudo rojo, coleóptero que ataca a este tipo de árbol. A pesar de que se aplicaron todos los tratamientos preventivos y directos conocidos, finalmente hubo que talar dichas palmeras.
Ahora se va a proceder a extraer los tocones de esas antiguas palmeras y a plantar en su lugar nuevo arbolado. Además, cinco ejemplares de Morus alba (morera blanca) que también están en ese entorno van a ser trasplantados al entorno de la glorieta de Las Trece Rosas, en el mismo parque.
La mejora de esta zona verde se completará con la actualización del sistema de riego y la adecuación de los caminos de piedra de Calatorao existentes. Se van a anular antiguas tomas de agua en desuso y se van a sustituir las baldosas que estén deterioradas. Como última etapa de esta recuperación se repondrán todos los parterres de césped de la plaza.
Dado que para la ejecución de los trabajos se requiere maquinaria pesada, será necesario cerrar el acceso peatonal a esta zona mientras duren los mismos.
Una fuente «viajera» por Zaragoza
La fuente de Neptuno, que es la gran protagonista de esta plaza, tiene una historia curiosa. Ubicada inicialmente en la actual plaza de España, tardó 12 años en construirse (entre 1833 y 1845), con un importante esfuerzo económico del Consistorio de la época e incluso aportaciones ciudadanas. Hecha con piedra de Épila, fue la primera fuente de agua potable de Zaragoza, alimentada desde el Canal Imperial (la idea inicial era traer el agua desde unos manantiales conocidos como Los Ojos de Pinseque).
La fuente fue desmontada en 1902 y en su lugar se construyó el Monumento a los Mártires. Aunque hubo una primera idea de reconstruirla en Balsas de Ebro Viejo, la falta de presupuesto llevó sus piezas a un almacén municipal hasta 1935, momento en el cual fue recuperada en la Arboleda de Macanaz, a la altura de la antigua pasarela sobre el Ebro.
Finalmente, en 1946 fue reinstalada en el parque Grande, donde esta obra del escultor de Alcañiz Tomás Llovet encontró su ubicación definitiva.