
Las peñas, el alma popular de las Fiestas del Pilar en Zaragoza
Las peñas de Zaragoza se han convertido en una de las señas de identidad más reconocibles de las Fiestas del Pilar. Su origen se remonta a 1977, cuando un grupo de vecinos de los barrios de Torrero y San José decidió plantarse frente a La Lonja en un acto simbólico de protesta. Armados con un bombo y un bocadillo de tortilla, exigieron que las fiestas de la ciudad fueran un espacio abierto y no un privilegio reservado a unos pocos.
Aquel gesto sencillo pero cargado de significado abrió la puerta a un nuevo modelo festivo. Antes de la aparición de las peñas, las celebraciones se centraban en actos oficiales, procesiones religiosas y espectáculos taurinos. La participación popular era limitada y los barrios apenas tenían protagonismo. Con la llegada del movimiento peñista, la calle se convirtió en el escenario central, dando paso a desfiles, charangas y actividades accesibles para todos los zaragozanos.
La expansión de las peñas en los años ochenta y noventa reforzó esta transformación. Se crearon agrupaciones en distintos barrios y se organizaron actividades autogestionadas que ofrecieron a la ciudadanía una forma distinta de vivir las fiestas.
La estructura actual del movimiento peñista
Hoy en día, el movimiento se organiza en torno a dos grandes federaciones: Interpeñas, con más de 40 años de historia y 15 colectivos asociados, y Unión Peñista, nacida en 2018 tras una división interna y formada por 12 peñas. En total, casi una treintena de agrupaciones que suman miles de socios y un importante impacto social en Zaragoza.
Las peñas son mucho más que asociaciones festivas. Sus locales funcionan como centros de encuentro y dinamización cultural en los barrios. Además de su papel en el Pilar, participan activamente en el Carnaval, la Cincomarzada o el Jueves Lardero. También colaboran con entidades como Cruz Roja, Cáritas o el Banco de Alimentos, y se han sumado a protocolos municipales contra las agresiones sexistas para garantizar espacios de ocio seguros.
Este modelo convierte a las peñas en actores sociales de peso, capaces de combinar tradición festiva con compromiso comunitario. Sus federaciones incluso han negociado acuerdos comerciales con empresas de transporte, ocio y restauración, lo que refuerza su relevancia más allá de octubre.

Los actos que marcan las fiestas
Dentro de las Fiestas del Pilar, los actos impulsados por las peñas han ganado un lugar propio. Uno de los más significativos es el pregón peñista, celebrado de manera paralela al oficial. La división entre federaciones se refleja en que cada una organiza el suyo en distintos puntos de la ciudad, pero ambos comparten el mismo objetivo: reivindicar el carácter popular de la celebración.
Tras el pregón llega el desfile, un recorrido de música y color por el centro de Zaragoza en el que las charangas son protagonistas indiscutibles. Estas formaciones marcan el ritmo de las fiestas y son responsables de la animación en espacios tan diversos como las calles de los barrios o la Plaza de Toros durante las vaquillas.
El modelo peñista se distingue del municipal por su descentralización y gratuidad. Mientras la programación oficial apuesta por macroconciertos en recintos como Espacio Zity o el Auditorio, las peñas mantienen viva la fiesta de calle, con actividades abiertas que priorizan la convivencia y la participación ciudadana.
Retos y futuro de las peñas
El movimiento peñista también afronta dificultades. La falta de un recinto estable para sus actividades es una de las principales quejas hacia el Ayuntamiento. En varias ocasiones, Interpeñas ha denunciado la negativa a propuestas de espacios como el antiguo ferial de Miguel Servet o el Parque del Agua.
Pese a las tensiones, el movimiento peñista mantiene una fuerte capacidad de adaptación. La exposición “Peñas de Zaragoza. Color y vida de la ciudad”, organizada en colaboración con el Ayuntamiento, ha mostrado que es posible un entendimiento institucional. El futuro del peñismo dependerá en gran medida de ese diálogo y de la capacidad de las peñas para seguir siendo un referente de autogestión y participación.
Las peñas siguen siendo consideradas el corazón social de las Fiestas del Pilar. Su arraigo en los barrios, su actividad durante todo el año y su papel en la vida comunitaria garantizan que, mientras haya charangas en las calles y socios en sus locales, las fiestas mantendrán su esencia más popular.