La situación actual del Zaragoza difiere mucho a la que vivía la entidad veinte años atrás. El equipo aragonés se esmeraba en nutrir las vitrinas de su estadio con títulos nacionales. En la actualidad, en cambio, el equipo lucha por no bajar a Segunda B tras una suma de proyectos deportivos fallidos.
Para no hurgar más en la herida, es el momento de homenajear una de las etapas más bellas de la historia del club: los años 2000. Una década mágica donde el Zaragoza sacó lo mejor y lo peor de sí mismo. El club entró en el nuevo milenio enfrentándose a los mejores equipos del panorama nacional, resistiendo en La Romareda semana tras semana. Ganó incluso una Copa del Rey ante el todopoderoso Real Madrid del 2004. Y algunas cosas no cambian, sigue siendo uno de los equipos que las casas de apuestas de fútbol dan como favoritos a hacerse con el título. El Madrid de los 2000 era una amalgama de superestrellas que configuraron una de las mejores plantillas de su dilatada historia. Un hecho que todavía engrandece más la época dorada del Zaragoza.
Desgraciadamente, el final de la primera década del nuevo siglo marcó el inicio de una de las crisis institucionales más grandes que ha vivido el club en 88 años de historia. Como es más fácil destruir que construir, nos focalizaremos en los triunfos del club y dejaremos de lado el análisis de todos los golpes de timón erróneos que han obligado al Zaragoza a resistir en los infiernos de la Segunda División.
Uno de los títulos más importantes que atesora el palmarés zaragocista es la Copa del Rey que el club sumó en 2001. La quinta, un triunfo que cumple 20 años este 2021. El tiempo pasa muy rápido y el fútbol no tiene memoria, es por eso que hay que reivindicar lo que César, Jamelli, Juanele y compañía lograron hace dos décadas.
La final del torneo se disputó en la Cartuja el 30 de junio del año 2001. El rival fue el Celta de Vigo, un equipo que en los 2000 tenía una plantilla que generaba pánico entre sus rivales: Fernando Cáceres, Juanfran, Karpin, Giovanella, Mostovói, Catanha… No fue un triunfo fácil.
Mostovói fue el encargado de abrir el marcador en el minuto 4 de partido. El Zaragoza respondió al gol celtiña y Aguado marcó la igualada en el minuto 24. Jamelli anotó de penalti en el minuto 38 y Yordi anotó la diana definitiva en el minuto 94. Locura absoluta, 1-3 final en el marcador y la Copa del Rey para casa.
El Celta atesoró claramente el rol de favorito en la final, y se dedicó a especular con el resultado después de anotar el 1 a 0. Un ejercicio de soberbia que condenó a los gallegos tras intentar imponer su juego en la segunda parte. La reacción llegó demasiado tarde, ya que los goles de los aragoneses caían como losas sobre la mentalidad celeste en la fase final del choque.
La hoja de ruta que tuvo que seguir el Zaragoza para plantarse en la final no fue nada fácil. En octavos de final se enfrentó con el Murcia, con un resultado global favorable de 3-7. En los cuartos se vio las caras con el Racing de Santander, a quien eliminó por 3-1 gracias al 0-2 conseguido en el partido de vuelta. En las semifinales se cruzó con el Atlético de Madrid, uno de los equipos favoritos para ganar la Copa. Consiguió ganar 0-2 en la ida y resistió con un 1-0 desfavorable en el partido de vuelta. En el otro duelo de semis se enfrentaron Barça y Celta, dos equipos potentísimos que también presentaban sus credenciales para alzarse con la Copa. El Zaragoza ya sabía que tendría que sudar sangre y lágrimas para conseguir el triunfo final. Pero el partido acabó con final feliz y el club sumó el quinto trofeo en la competición del K.O. Un hecho inesperado que fue muy celebrado por el rol de favorito de los vigueses y que mimetizó al Zaragoza con el trofeo de la Copa del Rey. El 20 aniversario de un triunfo que sigue la estela de los 25 años de la Recopa que se celebraron el año pasado.
Luis Costa fue el entrenador que dirigió la batuta aragonesa en ese curso. Un entrenador que consiguió alcanzar la permanencia después de un año complicado, consiguiendo levantar la moral del club para afrontar la final de Copa con aspiraciones al título. El Zaragoza se jugó precisamente la permanencia ante el Celta, un partido igualado que acabó con 1-1 en el marcador. El duelo se jugó el 17 de junio del 2001, 13 días antes de la gran final. Un partido que ya dejó entrever que, como mínimo, el Real Zaragoza competiría la final. Y vaya si la compitió.