Si bien a Zaragoza puede parecer que le queda lejos el sobrenombre de Ciudad del Amor, título que ostenta la ciudad de Teruel gracias a la historia de Los Amantes de Teruel, no cabe duda que Zaragoza también es una ciudad romántica, llena de rincones con encanto que favorecen que el amor fluya. Y, como no, Zaragoza también ha sido escenario de bellas historias de amor que han llegado hasta nuestros días.
A continuación puedes encontrar una selección de algunas de las historias de amor más conocidas de Zaragoza.
El Patio de la Infanta, muestra del amor de Gabriel Zaporta a Sabina
Gabriel Zaporta fue un influyente banquero judeoconverso que se estableció en Zaragoza hacia 1535 con su primera mujer, Jerónima Arbizu. Fue el primer banquero de la Corona de Aragón y mantuvo prósperas relaciones comerciales con Valencia, Francia, Flandes e Italia, a donde exportaba productos como lana, trigo, azafrán y ganado. También concedía préstamos y créditos y entre sus clientes más ilustres estuvo el propio rey Carlos I.
Fallecida su primera esposa, Gabriel Zaporta contrajo matrimonio con Sabina de Santángel. Como regalo de bodas, mandó construir el palacio más bonito que pudiera haber en Zaragoza, que se ubicaría inicialmente en la Calle Nueva de Zaragoza, en el límite de la antigua judería, lo que actualmente sería calle San Jorge, aproximadamente. Se dice que Gabriel Zaporta estaba profundamente enamorado de Sabina Santángel, y quiso plasmar en la Casa Zaporta ese amor. El patio se diseñó para representar y conmemorar la carta astral del momento exacto de su boda: las 18 horas y 50 minutos del 3 de junio de 1549.
También encontramos más simbología relacionada con el amor en el que actualmente se conoce como Patio de la Infanta. En el friso están representados un total de veintiocho medallones que se miran entre sí y que representan catorce parejas de amantes famosos, entre los que destacan Paris y Helena, Eros y Psique, Dante Alighieri y Beatrice, los judíos Abraham y Sara y Jacob y Raquel, o los grecolatinos Séneca y Pompea y Ulises y Penélope. No es de extrañar por tanto que la Casa Zaporta fuera conocida en la época como el Palacio del Amor.
El Palacio Larrinaga, el resultado de una bella (y triste) historia de amor
Miguel Larrinaga formaba parte de una importante familia vasca de la industria naviera. Aunque el negocio estaba instalado en la localidad inglesa de Liverpool, Miguel fue mandado a Zaragoza a estudiar para cursar la carrera de Leyes en la universidad. Aquí en Zaragoza conoció a la que sería el amor de su vida, Asunción Clavero, natural de la localidad aragonesa de Albalate del Arzobispo. Corría la última década del pasado s.XIX.
Su vida profesional tuvo como escenario Liverpool, pero con la mente pensando en Zaragoza. Por este motivo, Miguel adquirió unos terrenos en la afueras de la Zaragoza de la época, actual barrio de Montemolín, donde edificaría un palacete, Villa Asunción, en honor a su gran amor, su esposa Asunción. Un edifico hecho por y para ella. La pareja tenía previsto volver a la ciudad donde se conocieron, Zaragoza, una vez que se jubilara Miguel, convirtiendo el bello palacio en su nido de amor maduro.
Por desgracia, Villa Asunción, el Palacio de Larrinaga, nunca llegó a ser ocupado por Miguel y Asunción. Por un lado, la situación bélica en nuestro país en los últimos años de la década de los 30 y, por otro, la delicada salud de la mujer, que falleció en 1939 de una trombosis pulmonar, cuando contaba con 65 años, antes que pudieran trasladarse desde Liverpool a vivir a Zaragoza. Miguel ni tan siquiera fue capaz de acompañarla en sus últimos momentos, pues era tanto el amor que le procesaba que no podía ver la agonía de aquella maravillosa mujer que conoció 41 años antes en Zaragoza.
Roto de dolor por la perdida de su esposa, Miguel se negó a vivir solo en el palacio construido en Zaragoza. Y es que Villa Asunción, sin Asunción, carecía de sentido para él. En 1942 viajó a Zaragoza para recoger los objetos que le pudieran traer algún recuerdo y vender la propiedad al completo, muebles incluidos, poniendo así fin a su sueño zaragozano definitivamente.
La Aljafería, el palacio de la Alegría… y del Amor
El Palacio de la Aljafería es tan hermoso como romántico. Quién se puede resistir a pasear o besar a la pareja amada por el patio de Naranjos? Posiblemente nadie.
La edificación más antigua de la Aljafería es la llamada «torre del Trovador», escenario de una historia de amor, aunque no con final feliz, como uno se espera de las grandes historias de amor. El nombre lo recibió a partir del drama romántico de Antonio García Gutiérrez, El trovador, de 1836, quien situa la trama en el Palacio de la Aljafería.. Este drama fue convertido posteriormente en libreto para la ópera de Giuseppe Verdi Il trovatore, de 1853.
La trama se centra en el trovador Manrique de Lara, criado por una gitana aunque su sangre era noble, se enamora de Leonor, joven de la corte de La Aljafería y que también hace suspirar a Antonio Artal, hermano de Manrique. Cada uno desconoce los otro, pero cuando Leonor escoge a Manrique, Antonio, movido por los celos, logra que encierren a la joven en un convento. Manrique la rapta y escapan juntos para llevar una vida plena y feliz, hasta que los localizan. A Manrique lo encierran en la torre de La Aljafería, condenado a muerte. Cuando Leonor se entera de la muerte de su amante, se suicida, y Antonio descubre a través de la gitana que ha ejecutado a su hermano.