
El Cipotegato, símbolo de las fiestas de Tarazona
Cada 27 de agosto, la localidad zaragozana de Tarazona celebra una de las festividades más singulares de Aragón. El protagonista es el Cipotegato, un personaje enmascarado que, al mediodía, atraviesa la puerta del Ayuntamiento para enfrentarse a una lluvia de tomates lanzados por miles de personas. Esta cita abre las fiestas mayores en honor a San Atilano y cuenta con el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Nacional.
El Cipotegato, símbolo festivo de Tarazona
El Cipotegato viste un traje de rombos en colores rojo, amarillo y verde, porta una vara con una bola de cuerda y mantiene oculta su identidad tras una máscara. Su figura se elige cada año mediante sorteo entre decenas de aspirantes, lo que convierte el nombramiento en un honor para quien lo encarna.
El recorrido que sigue solo lo conoce el propio protagonista, lo que incrementa la expectación. Tras salir de la plaza de España, trata de abrirse paso por las calles del centro histórico mientras recibe impactos de tomates desde balcones y esquinas. Al concluir su itinerario regresa a la plaza, donde es alzado sobre la multitud y llevado hasta el monumento erigido en su honor. Allí ata un pañuelo festivo como gesto final de su participación.
Origen y evolución del Cipotegato
Los orígenes del Cipotegato se remontan a varios siglos. Crónicas del siglo XVII mencionan figuras similares durante las celebraciones del Corpus, con un personaje que perseguía a los niños armado con una vejiga inflada. En el siglo XVIII, documentos de la Catedral de Tarazona prohibían su presencia en los desfiles, aunque con el tiempo la tradición se transformó.
Existen también leyendas populares que vinculan al personaje con presos liberados durante las fiestas a cambio de soportar una humillación pública. Aunque no hay pruebas documentales que lo respalden, estas historias siguen formando parte de la memoria oral de los turiasonenses.
Durante el siglo XX, el papel del Cipotegato pasó de ahuyentar a los más pequeños a convertirse en blanco de verduras y, posteriormente, en el protagonista de una batalla de tomates. Lo que en otro tiempo se consideraba un castigo, hoy es un privilegio que muchos jóvenes desean vivir.
Más que tomates, una fiesta mayor
La persecución del Cipotegato no es un acto aislado, sino el inicio de varios días de festejos. Tarazona organiza pasacalles con charangas, verbenas, competiciones deportivas, conciertos y actividades infantiles. Destacan también la Ofrenda de Flores y Frutos del 29 de agosto y la misa en honor a San Atilano, patrón de la localidad.
La participación ciudadana durante las Fiestas de Tarazona es masiva. Vecinos y visitantes se implican en cada acto, convirtiendo la ciudad en un escenario de convivencia donde la tradición se une al turismo cultural. El impacto económico para la zona también es notable, con la hostelería y los alojamientos registrando una alta ocupación en estas fechas.
El Cipotegato es hoy el mayor símbolo festivo de Tarazona. Su mezcla de historia, misterio y espectáculo lo convierte en un atractivo cultural de primer orden en Aragón y en España, que cada año atrae a miles de personas deseosas de presenciar cómo un personaje anónimo se transforma en protagonista de una celebración única.