El secreto mejor guardado del Pilar: La cripta que abre sólo dos días al año
Está situada bajo la Santa Capilla
Miles de personas visitan la Basílica de Nuestra Señora del Pilar en Zaragoza cada año, admirando su grandiosidad y la Santa Capilla. Sin embargo, hay un rincón que permanece oculto a la vista del público durante casi todo el año, revelándose solo por una breve y preciada excepción: la Cripta del Pilar.
Este espacio, situado bajo la Santa Capilla y al que se accede al levantar unas planchas de bronce en el suelo, es uno de los lugares más desconocidos y cargados de historia del templo. Construida en 1764 y restaurada en 1994, la Cripta no solo atesora un valor arquitectónico, sino que funciona como un panteón de honor para figuras clave en la historia de la Basílica y de la ciudad.
Un panteón de héroes y eclesiásticos
La Cripta alberga los restos de numerosas personalidades, destacando sobre todos el General José de Palafox y Melzi, héroe indiscutible de los Sitios de Zaragoza (1808-1809). Sus restos fueron trasladados a este solemne lugar en 1958. Cada año, con motivo de la apertura, se realiza un tradicional homenaje junto a su tumba.
Además del héroe militar, la Cripta acoge a figuras esenciales del estamento eclesiástico y civil aragonés:
- Arzobispos como Antonio de Benavides, Francisco Añoa y Busto, y Manuel García Gil.
- El canónigo Ramón de Pignatelli, conocido promotor de grandes obras como el Canal Imperial de Aragón.
- Francisco Urzáiz y su esposa Leonor Sala, benefactores clave en la construcción de las icónicas torres de la Basílica.
Como anécdota histórica, la Cripta fue también el lugar de descanso temporal de Agustina de Aragón, otra de las heroínas de los Sitios, antes de que sus restos fueran trasladados al Panteón de las Heroínas en la Iglesia del Portillo.
Es por ello que, tradicionalmente, la Cripta solo se abre al público coincidiendo con la festividad de Todos los Santos (1 y 2 de noviembre), ofreciendo a locales y visitantes una oportunidad única para descender a este sanctasanctórum y conectar con la memoria histórica de la ciudad.
Así es la Cripta del Pilar, un lugar que, al abrir sus puertas, desvela un capítulo fundamental y habitualmente secreto de la Basílica y de la historia de Zaragoza



