Zaragoza Misteriosa: El Arco del Deán y su relación con el Diablo
En pleno casco histórico de Zaragoza se alza el Arco del Deán, una estructura que une la Casa del Deán con la Catedral del Salvador, conocida como La Seo. Este pasadizo, suspendido sobre la calle del Deán, nació como una solución práctica para evitar que el alto clero descendiera al nivel de la calle. Sin embargo, el tiempo lo transformó en algo más que una obra de ingeniería: en el escenario de una de las leyendas más recordadas de la ciudad.
El origen histórico del Arco del Deán
El Arco del Deán se construyó entre los siglos XIII y XVI como conexión privada entre la residencia del deán y la catedral. Su arquitectura combina rasgos mudéjares y platerescos, con ventanales ornamentados que reflejan la maestría de los artesanos aragoneses. Este estilo, de gran detalle y precisión, habría requerido años de trabajo, pero el mito asegura que la estructura se levantó en una sola noche.
El relato popular atribuye esta hazaña a una intervención sobrenatural. La historia cuenta que el deán, impaciente por la lentitud de las obras, recurrió al Diablo para acelerar su construcción. El pacto era claro: el demonio levantaría el arco en una noche a cambio de las almas de quienes pasaran por debajo. El deán, convencido de su propia superioridad, aceptó sin dudarlo. Creía que nunca sería afectado, ya que él cruzaría por la parte superior del pasadizo.
La leyenda del pacto demoníaco
La tradición oral zaragozana asegura que el Diablo cumplió su parte. A la mañana siguiente, el arco estaba terminado. Pero el precio era alto: todo aquel que pasara bajo él perdería su alma. Cuando el deán comprendió la magnitud del error, buscó una salida al trato. Según la leyenda, encontró una laguna en el contrato infernal: el demonio solo podía reclamar el alma de quienes respiraran bajo el arco.
Desde entonces, el pueblo encontró su defensa. Antes de pasar por debajo, bastaba con tomar aire y no respirar hasta salir del otro lado. De esta forma, el alma permanecía a salvo. Este gesto, sencillo y simbólico, se convirtió en una tradición transmitida durante generaciones.
Un símbolo del ingenio zaragozano
La leyenda del Arco del Deán refleja mucho más que una superstición. Es una muestra de cómo el pueblo reinterpretó una construcción elitista —creada para aislar al clero— y la transformó en un relato de ingenio popular. La figura del Diablo constructor no es exclusiva de Zaragoza, pero aquí adopta un tono distinto: no se vence al demonio con fuerza, sino con inteligencia y astucia.
A día de hoy, el arco sigue siendo uno de los rincones más fotografiados y misteriosos del casco histórico. Aunque su interior no es visitable, su silueta continúa despertando la curiosidad de zaragozanos y visitantes, que todavía hoy, al pasar por debajo, contienen la respiración por si acaso el viejo pacto sigue vigente.



