La localidad zaragozana de Lituénigo celebra los días 10 y 11 de febrero la la Festividad de la Virgen del Río, durante la cuál se traslada la imagen de su ‘Virgen del Río’ desde su ermita a la entrada del pueblo a la iglesia parroquial en la Plaza mediante una peculiar y tradicional procesión. Durante el recorrido de la misma, jalonado con un par de hogueras, se producen disparos al aire de escopeta por los cazadores que protegen el recorrido de la misma y le confieren un ambiente ruidoso y peculiar.
Tras la celebración el pasado fin de semana de la festividad de San Blas con un programa
repleto de actos tradicionales y festivos, organizados por la Asociación de Mozos,
Lituénigo se sumerge de nuevo este fin de semana en una festividad llena de tradición y
acompañada, como no, de la alegría propia de la fiesta. Celebraremos la festividad de la
Virgen del Río que coincide siempre en su calendario con la celebración del Carnaval.
La Virgen del Río, que preside la entrada del pueblo en una pequeña ermita muy querida
y conservada en el lugar, será la homenajeada este fin de semana con el culto y la
devoción de todo un pueblo.
La tradición existente hará que en las primeras horas de la tarde del sábado numerosos
vecinos van depositando bien en el barrio bajo, bien en el trujal, sus troncos y gavillas de
leña para las hogueras que se encenderán al atardecer. El ambiente se va respirando y
caldeando, alcanzando su máxima intensidad al caer la noche. Los cazadores se habrán
encargado de limpiar y abrillantar sus escopetas, los mayordomos de preparar a San
Miguel, las mozas del estandarte de la Virgen y los mozos de San Blas; en resumen, todo
el pueblo implicado y viviendo la fiesta.
Los primeros toques de las campanas indicarán el momento de encender las hogueras y
posteriormente el Pueblo, presidido por San Miguel, la Virgen y San Blas (patrones del
pueblo) comenzará su procesión hasta la ermita del río. Los cazadores, perfectamente
sincronizados, disparan al aire sus escopetas acompañando el rezo de los feligreses. Los
cohetes y fuegos artificiales surcan el cielo uniéndose a la luz y calor de las hogueras para
conseguir ese ambiente de tradición. Cuando la comitiva llega a los pies de la Virgen del
Río se producen unos minutos de silencio y oración; el párroco porta a la Virgen del Río y
se inicia el regreso hacia la Iglesia parroquial. Los cohetes y escopetas vuelven a sonar,
acompañados ahora de una traca que suena paralelamente a la procesión. El olor a
pólvora y el ruido dominan el ambiente sin poder acallar el canto de un pueblo que en
días así se siente todavía más unido en la tradición y en la amistad.
De esta manera llegamos a la Iglesia parroquial donde la Virgen del Río pernoctará esta
noche, la única del año que eso sucede. El pueblo entero aprovechará estas horas para
visitarla y transmitirle sus deseos y necesidades.
Mientras tanto, en las hogueras encontraremos durante la noche a grupos de jóvenes y
mayores compartiendo unas patatas asadas, o quizás unas ‘turradas’ (pan tostado con ajo
y aceite). En los últimos años, y durante estas horas de fiesta, se ha recuperado el
ambiente festivo y la alegría del Carnaval.
Al amanecer del domingo se cantará la aurora de la Virgen del Río por las calles del
pueblo; posteriormente a las doce tendrá lugar la Santa Misa en su honor. Ya por la tarde,
nuevamente entre el ruido de las escopetas y cohetes, volveremos a acompañar a la
imagen de la Virgen del Río a su altar de la ermita, a la entrada del pueblo, para así ser lo
primero que vemos al llegar y lo último cuando nos vamos. Durante el año siguiente
seguirá protegiendo nuestro pueblo, así como a los viajeros que tienen que partir.