En la Plaza del Pilar podemos encontrar un extraño monumento que a primera vista puede pasar desapercibido. Ubicado cerca del monumento a Goya y las esculturas de cuatro majos y majas que hacen referencia a las pinturas del conocido como aragonés más ilustre, podemos ver un monumento de piedra de forma cilíndrica, que incluso podría ser confundido con una especie de buzón de piedra. Pero, qué es éste monumento?

Se trata del Cenotafio de Goya, posiblemente uno de los tesoros menos conocidos que alberga la Plaza del Pilar. Éste elemento originalmente se instaló en el Cementerio de la Cartuja (Cimetière de la Chartreuse) de Burdeos, ciudad en la que falleció Goya en 1828, tras el traslado del cuerpo de Goya a España en 1899. El Cenotafio de Goya fue cedido en el centenario de su muerte por la ciudad de Burdeos a la ciudad de Zaragoza. Originalmente se instaló en los jardines del Rincón de Goya del Parque Grande, pero en 1946 fue trasladado hasta la Plaza del Pilar con motivo del centenario del nacimiento del pintor.

En la inscripción principal del Cenotafio de Goya se puede leer ‘Ici fut inhumé le 17 avril 1828 l’illustre peintre espagnol Francisco Goya y Lucientes, dont les cendres on tete transportees le 5 juin 1899 au panthéon de Madrid‘. Es decir, ‘Aquí fue enterrado el 17 de abril de 1828 el ilustre pintor español Francisco Goya y Lucientes, cuyos restos fueron transportados el 5 de junio de 1899 a un panteón en Madrid‘. La Junta del Centenario de Goya quiso dejar constancia de su trabajo para traer el monumento hasta nuestra ciudad y añadió una nueva inscripción, grabada sobre la piedra original, ‘La Junta del Centenario de Goya, que recibió éste mausoleo de los herederos de la familia Goicoechea y de la municipalidad de Burdeos, hace donación de él a la inmortal ciudad de Zaragoza. Abril de MCMXXVIII‘.
En el cenotafio también existen otras dos inscripciones en las que se hace referencia a que se trata de la sepultura de la familia de Goicoechea, ya que en la misma tumba estaban los restos de Martín Miguel de Goicoechea, consuegro de Goya, y a cuya memoria se incluye una inscripción, ‘Al mejor de los padres. El amor filial eleva este monumento a la memoria de D. Martín Miguel de Goicoechea, del comercio de Madrid. Nació en Alsasua, Reyno de Navarra, el 27 de octubre de 1755 y falleció en Burdeos el 30 de junio de 1825. Rogad a Dios por su alma‘.
¿Qué es un cenotafio?
Bajo éste nombre tan poco habitual en nuestro hablar cotidiano se define a una tumba vacía o monumento funerario erigido en honor de una persona o grupo de personas para los que se desea guardar un recuerdo especial. Es, por tanto, una edificación simbólica con la que recordar la figura de uno o varios fallecidos en un lugar distinto al que se encuentren enterrados físicamente.
La tumba de Goya está en Madrid
Actualmente, los restos de Goya descansan en Madrid, concretamente en la ermita de San Antonio de la Florida, cuyas cúpulas albergan varios frescos de Goya, que representan el trance del Santo ante el pueblo de Lisboa. En 1899, el cuerpo de Francisco de Goya es trasladado desde Burdeos a Madrid, ubicándose inicialmente en la cripta de la Colegiata de San Isidro para ser trasladados en 1900 al Panteón de Hombres Ilustres del Cementerio de San Isidro. Finalmente, en 1919 fue trasladado a la ermita de San Antonio de la Florida, en una sencilla tumba a los pies del altar mayor.
La elección de ésta ubicación definitiva se antepuso a la otra alternativa oficial, la basílica del Pilar de Zaragoza, bajo sugerencia de la Casa Real. El motivo fue que reunía varios alicientes, encontrándose a orillas del Manzanares, escenario de las 12 romerías, juegos y demás episodios de ambiente castizo que el pintor supo tan bien recoger en sus cuadros y se hallaba muy próxima a su casa, la denominada Quinta del Sordo. Por último, albergaba en sus muros una de sus obras más geniales y representativas.
Goya: El cadáver sin cabeza
Sí, como lo oyes, al cadáver de Francisco de Goya le falta la cabeza. Esa fue la sorpresa con la que se encontraron al exhumar el cadáver de Goya en 1899 en el cementerio de la Chartreuse de Burdeos. Un echo que a lo largo de los años ha dado pie a numerosas teorías.
La más extendida, pero no por ello necesariamente verdadera, es que su cráneo fuese robado por frenólogos para examinarlo. La frenología es una seudociencia que considera que el carácter y la personalidad de las personas depende de la forma del cráneo. El de un genio de la pintura, pensarían en la época, debería de ser especial.
Otra teoría es que el cráneo de Goya terminó en manos del artista Dionisio Fierros, quien pintó en 1849 una obra llamada Vanitas por encargo del marqués de San Adrián. En su parte posterior se puede leer: “Cráneo de Goya pintado por Fierros”. Se sabe que Fierros poseía una calavera y que su hijo, estudiante de Medicina, se la llevó para hacer prácticas pero nunca la devolvió. Éste cuadro se encuentra en el Museo Provincial de Zaragoza, por lo que podemos acudir fácilmente a verlo. Desde el Museo se apunta a que es sólo una especulación más y no necesariamente tiene que ser ciertamente el cráneo pintado el de Goya, ya que la inscripción podría haberse añadido a posteriori para darle mayor valor a la obra.
Otras teorías apuntan a que el propio Goya donó su cabeza a la ciencia para que fuese estudiada en el asilo de San Juan de Burdeos y después en la Facultad de Medicina de París. La verdad de éste misterio posiblemente no la conozcamos nunca.